Carlos y Melissa.

Carlos y Melissa toman café en una dulcería, hablan de trivialidades y de las cosas que comúnmente no se dicen a menos que estén sentados de frente. 

A Carlos le apasiona el tenis y la natación a Melissa le encanta la repostería y la astronomía. 

Carlos y Melissa nunca han hablado de compromiso, más bien se dedica a vivir a plenitud los días, comparten cosas sencillas que muchas parejas con años de relación no lo hacen ni les interesa. Las amigas del de Melissa la envidian porqué dicen que Carlos es atento y divertido. Melissa tuvo un accidente cuando era niña y le tiene miedo a las alturas, mientras que Carlos no le teme a nada excepto que a las agujas. 

Luego del café de los domingos en la tarde, Carlos y Melissa se van a casa y no vuelven hablar hasta el otro día de trivialidades. Hablan solamente de ellos. Aunque no haya mucho que decir. 

Carlos y Melissa tienen 5 años viviendo juntos, no saben si están enamorados, pero sí que están acostumbrados y se extrañan cuando no se ven. Ella teme a que él se vaya y el teme a que ella se vaya. Aunque no tengan lugar a donde ir. O sí. 

Carlos en el cumpleaños número 30 de Melissa le regaló unas flores y unos bombones. A ella le pareció muy tierno pero esperaba más. El, por su parte sabía que debía hacer algo más, pero hacían ya 15 días le había regalado un Peugeot 206, supuso que estaba bien. Carlos y Melissa se conocieron cuando ella lloraba en el tren por problemas económicos, aunque ella le dijo que era por si ex en el momento que lo conoció. Carlos sigue creyendo que era por su ex. 

Actualmente Melissa no tiene problemas económicos, de hecho ayuda a su tío con problemas de salud que vive al otro lado del país. 

Carlos y Melissa creen que todo en la vida pasa, y que la riqueza del rico es su tiempo y no su dinero, ambos son entusiastas de la vida, ven desde perspectiva casi iguales los conceptos de la existencia, y respecto al trabajo lo toman como millennials que son. 

Ellos aprovechan el café para disfrutarse el uno del otro.